Audiogalería: El rostro de la brutalidad : No dejes de entrar.
Cientos de mujeres han sido desfiguradas con ácido o rociadas con combustible por pretendientes despechados o, incluso, por su propia familia. Una fundación trabaja para devolverles la sonrisa.
Saira Liaqat usa su ojo sano para guiarse mientras cepilla el cabello de una mujer. Su cara, cuya mayor parte derritió el ácido hace varios años, se enciende de vez en cuando con una sonrisa. Sus manos, en su mayor parte intactas, manejan con habilidad los rizos marrones de su cliente.
A solo pasos de ella, Urooj Akbar limpia y pinta con diligencia las uñas de otra clienta. Su cara, marcada por el fuego que quemó el 70 por ciento de su cuerpo, es sombría. Resulta difícil decir si está triste o si, simplemente, es así como luce ahora.
Saira y Urooj están entre las muchas víctimas femeninas de los ataques con combustible o ácido. Este tipo de historia a menudo involucra a un pretendiente despreciado o desquiciado y suele terminar con una vida de desesperación y retraimiento para la mujer.
No en el caso de Saira y Urooj. Aunque no pueden escapar de los numerosos espejos, ni la mirada de las modelos en los afiches, dicen que han llegado a considerar al salón en el que trabajan como un segundo hogar.
Saira Liaqat usa su ojo sano para guiarse mientras cepilla el cabello de una mujer. Su cara, cuya mayor parte derritió el ácido hace varios años, se enciende de vez en cuando con una sonrisa. Sus manos, en su mayor parte intactas, manejan con habilidad los rizos marrones de su cliente.
A solo pasos de ella, Urooj Akbar limpia y pinta con diligencia las uñas de otra clienta. Su cara, marcada por el fuego que quemó el 70 por ciento de su cuerpo, es sombría. Resulta difícil decir si está triste o si, simplemente, es así como luce ahora.
Saira y Urooj están entre las muchas víctimas femeninas de los ataques con combustible o ácido. Este tipo de historia a menudo involucra a un pretendiente despreciado o desquiciado y suele terminar con una vida de desesperación y retraimiento para la mujer.
No en el caso de Saira y Urooj. Aunque no pueden escapar de los numerosos espejos, ni la mirada de las modelos en los afiches, dicen que han llegado a considerar al salón en el que trabajan como un segundo hogar.
Llegaron allí gracias a los esfuerzos de la fundación Depilex-Smileagain, un grupo dedicado a ayudar a mujeres que han sido quemadas con ácido o fuego.
Sobrevivientes
Hace aproximadamente cinco años, Masarrat Misbah, la dueña de la cadena de peluquerías, salía del trabajo cuando una mujer ataviada con un velo se acercó y pidió su ayuda. Cuando se quitó la prenda, Misbah vio por qué.
"Vi a una muchacha que no tenía rostro", cuenta. La mujer dijo que su marido le había lanzado el ácido. Misbah decidió, entonces, poner un pequeño anuncio de periódico para ver si otras necesitaban ayuda similar.
Cuarenta y dos mujeres respondieron.
Misbah se puso en contacto con Smileagain, una fundación italiana que proporciona ayuda médica a las víctimas de esta práctica atroz en otros países. Con la ayuda de médicos paquistaníes, habilitó un hospital y un refugio especiales para las 240 víctimas registradas en su lista en Pakistán.
Su trabajo es un reflejo de cuán comunes llegan a ser estos casos. Aunque la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán reportó, en 2007, 33 mujeres quemadas con ácido y 45 a las que les prendieron fuego, Misbah asegura que la gran mayoría de casos se quedan sin ser denunciados, o por el miedo de las mujeres atacadas o por la falta de recursos para asumir los costos de una demanda.
El salón en el que trabajan no es uno más. Entre las modelos perfectas de L'oreal y Revlon, hay un afiche que se destaca, con el rostro desfigurado de una mujer y la leyenda: 'Ayúdenos a devolverles la sonrisa a estas sobrevivientes".
Saira aún usa labial, y a menudo se encuentra contando su historia para las clientas que le preguntan. Aunque su marido está en prisión por intento de homicidio, los dos todavía están casados legalmente.
Urooj es más reservada, y no habla con facilidad de los años de abuso que vivió en su matrimonio. Cuenta que hace aproximadamente tres años, su marido la roció con kerosene y le prendió fuego. Ella nunca lo denunció y ahora ni siquiera le permiten ver a su hija.
Aunque extendido en Pakistán, este fenómeno no es exclusivo de ese país. Casos similares se han reportado en la zona en disputa de Cachemira, en la frontera con india, así como en Afganistán. En este país, docenas de mujeres han sido atacadas con ácido por negarse a usar burka o por salir a la calle sin la compañía de un hombre.
"Vi a una muchacha que no tenía rostro", cuenta. La mujer dijo que su marido le había lanzado el ácido. Misbah decidió, entonces, poner un pequeño anuncio de periódico para ver si otras necesitaban ayuda similar.
Cuarenta y dos mujeres respondieron.
Misbah se puso en contacto con Smileagain, una fundación italiana que proporciona ayuda médica a las víctimas de esta práctica atroz en otros países. Con la ayuda de médicos paquistaníes, habilitó un hospital y un refugio especiales para las 240 víctimas registradas en su lista en Pakistán.
Su trabajo es un reflejo de cuán comunes llegan a ser estos casos. Aunque la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán reportó, en 2007, 33 mujeres quemadas con ácido y 45 a las que les prendieron fuego, Misbah asegura que la gran mayoría de casos se quedan sin ser denunciados, o por el miedo de las mujeres atacadas o por la falta de recursos para asumir los costos de una demanda.
El salón en el que trabajan no es uno más. Entre las modelos perfectas de L'oreal y Revlon, hay un afiche que se destaca, con el rostro desfigurado de una mujer y la leyenda: 'Ayúdenos a devolverles la sonrisa a estas sobrevivientes".
Saira aún usa labial, y a menudo se encuentra contando su historia para las clientas que le preguntan. Aunque su marido está en prisión por intento de homicidio, los dos todavía están casados legalmente.
Urooj es más reservada, y no habla con facilidad de los años de abuso que vivió en su matrimonio. Cuenta que hace aproximadamente tres años, su marido la roció con kerosene y le prendió fuego. Ella nunca lo denunció y ahora ni siquiera le permiten ver a su hija.
Aunque extendido en Pakistán, este fenómeno no es exclusivo de ese país. Casos similares se han reportado en la zona en disputa de Cachemira, en la frontera con india, así como en Afganistán. En este país, docenas de mujeres han sido atacadas con ácido por negarse a usar burka o por salir a la calle sin la compañía de un hombre.
LAHORE, PAKISTÁN
AP
Fuente: http://www.eltiempo.com
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