El tridente tridentino integrado por los cardenales-arzobispos de Madrid, Toledo y Sevilla, Rouco Varela, Calizares y Amigo, se ha soltado el pelo. Quitándose definitivamente sus respectivas caretas, estos tres destacados miembros de la jerarquía católica española se han pronunciado rotundamente en contra de los aún muy tímidos y limitados intentos de recuperación de nuestra memoria de la historia más reciente de nuestro país, esto es la que se inició con el felón golpe de Estado fascista que el general Franco y sus secuaces perpetraron el 18 de julio de 1936 contra el Gobierno de la II República Española, representante democrático y plenamente legítimo de la soberanía popular, y que se extendió hasta más allá del 20 de noviembre de 1975, cuando se produjo la muerte del dictador pero no terminó aún su régimen sanguinario, represivo y tiránico, tras una guerra civil que causó cientos de miles de muertes y tras una dictadura que causó también un número aún indeterminado de víctimas inocentes, y todo ello siempre con la solícita bendición de la jerarquía católica española.
Son los mismos de siempre: son los mismos que a diario alimentan desde su poderosa cadena de emisoras radiofónicas una incesante campaña de odio y enfrentamiento entre comunidades y ciudadanos, los mismos que llevan años recordando y homenajeando a sus muertos incluso con beatificaciones y canonizaciones, los mismos que alentaron la insurrección militar fascista antes de que se produjera, los mismos que la elevaron a la condición de “Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional”, los mismos que pasearon bajo palio a un dictador con las manos manchadas de sangre, los mismos que gozaron de todo tipo de prebendas durante la existencia de aquel régimen dictatorial impuesto a sangre y fuego, los mismos que dieron su constante apoyo a aquel régimen de terror incluso hasta más allá de la muerte del dictador, los mismos que se aprovecharon de su preeminencia en aquellos largos años de dictadura para imponer a todos los españoles el “nacional-catolicismo” ...
Querrían volver a aquel pasado del que fueron cómplices y beneficiarios constantes. Lo añoran. Y se niegan a reconocer no ya sus evidentes culpabilidades como cómplices, sino pura y simplemente que sus víctimas quieran recuperar su memoria.
Jordi García-Soler (periodista y analista político)
Vía El Plural
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